Sabemos que la inversión en transporte siempre es significativa. Por ello, su correcta conservación es indispensable, pues de esto dependen la productividad, la eficiencia y la vida útil de cada vehículo.
Entre los mantenimientos preventivos básicos que deben aplicarse en el plan de acción de los vehículos no pueden faltar:
- Sustitución del aceite de motor, filtro del aceite y filtro del motor.
- Revisión del sistema de frenos.
- Comprobación del estado de neumáticos y llantas.
- Cambio de pastillas, discos y líquido de frenos (cada 2 años o 30,.000 kilómetros).
- Alineación y balanceo (cada 10,000 kilómetros).
- Revisión de los sistemas de dirección y suspensión.
- Verificación de los componentes del sistema de refrigeración.
- Revisión de componentes del sistema eléctrico y batería (2-3 años).
- Sustitución de faros (cada 2 años o 50,000 kilómetros).
- Sistemas de seguridad activa y pasiva.
- Checkup de carrocería, vidrios y espejos.
Involucra a tus choferes
Recordemos que ellos mantienen el principal contacto con las unidades, por lo que es pertinente hacerlos partícipes en el mantenimiento de los mismos. Se recomienda establecer un protocolo de revisión del vehículo antes, durante y después de un viaje, facilitando la comunicación directa y sencilla de cualquier problema potencial en el vehículo. De esta manera se obtiene información valiosa para analizar los costes de combustible y mantenimiento de los vehículos.
Es así como podrás evitar costosas reparaciones de emergencia y evitar el tiempo de inactividad no planificado.